Hoy siento la ansiedad en mis dedos,
como muro inmune de ataque
en la distancia entre tu cuerpo y el mío;
el pensamiento no ha parado de girar,
por más que desvío su ruta, siempre llega donde ti.
Ayer vi tu nombre revoloteando en mi ventana,
llamándome, tentándome,
saltaba en mi pecho como gacela el corazón
danzando al ritmo de tu movimiento,
la fina melodía de tus pensamientos,
y el grato sabor de tu compañía embriaga mi suerte.
Mis impulsos vuelan cada instante hacia ti,
dificultando mi más brillante estrategia de escape,
culpables traicioneros son ante el gobierno de mi vida
su castigo es no tenerte y el verdugo mi mente.
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