Quiero que este sueño se esfume de mi memoria y corazón,
que deje de parlotear en mis ojos y de agujerar mi pecho,
que su ponzoñosa realidad deje de gritar en mi conciencia
que su claridad no me alcance.
Quiero abrir los ojos a mi fantasía,
a mi lugar seguro, donde todo lo miro y nada veo.
Donde creo en las palabras que se lleva el viento,
porque solo despierta puedo esquivar
con fútiles excusas la verdad.
Algunas veces todo lo que puedo sentir es coraje de ser quien soy,
de venir de donde vengo y de no tener definido mi destino.
Tengo rabia de vivir, desespero por morir y ansias de que un milagro suceda.
Son momentos como estos cuando realmente necesito a mi padre cerca,
su fortaleza, su consejo, sus fabulas misteriosas y aquel cuento de Adas.
Son momentos como estos que quisiera ser niña nuevamente
sentarme en el regazo de mi madre y sentir su cálido beso en mi mejilla.
Cuando la impotencia de vivir apremia, todo lo que quiero, es a Dios en mi interior.
