No tuve que descubrir tu rostro para conocerte.
Eres un jugador, un timador escurridizo.
Andas por el espacio saltando de flor en
flor,
Extrayendo la dulce miel de sus pistilos.
Para luego alejarte indiferente,
mezclándote
entre la gente.
Y cuando así lo deseas,
en la sombra de la noche
atacas nuevamente.
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