jueves, 8 de abril de 2010

Desdén Nocturno


No encuentro palabra para llamarte,

Ni caricia que provoque tu ansiedad;

Yace cansada, débil y vencida la añoranza,

Insensible ya, al simple rose de tus labios.


En desierto esta mi piel, moribunda,

Labrada en hielo con destellos de mórbida indiferencia,

gotas cristalinas se rompen en silencio en mi pecho,

Esperando solamente la luz del día.


¿Cómo explicarle al deseo su despido?

¿Cómo reprocharle a mi cuerpo su clamor?

Te encuentras aquí al lado mío,
Tendido en la flacidez nocturna;

Y aquí estoy yo amado mío,

Escribiéndole versos a tu abulia.


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